Participando en la Misión de Dios
Por Pastor Gustavo Falla
Dios tiene un propósito eterno: rescatar al ser humano y restaurar la relación que se perdió a causa del pecado. Este plan no es algo nuevo; desde Abraham, el Padre de la fe, hasta el apóstol Pablo y el mismo Señor Jesucristo, la Biblia revela que la misión de Dios es bendecir a todas las naciones con la salvación.
En este estudio, exploraremos cómo el evangelio —las buenas nuevas de salvación— está intrínsecamente ligado a la misión de Dios. Veremos cómo Abraham, Pablo y Jesús nos enseñan que hemos sido bendecidos para ser bendición a otros.
Las Dos Mitades del Evangelio
1. Abraham y el Pacto de Bendición
Dios llamó a Abraham con una promesa clara:
“Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre y vete a la tierra que te mostraré. Haré de ti una nación grande y te bendeciré… y por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:1-3)
Este pacto no solo incluía bendición para Abraham, sino también la responsabilidad de ser un canal de bendición para todas las naciones. Pablo, en Gálatas 3:8, explica que este mensaje dado a Abraham era el evangelio anunciado de antemano: justificación por la fe para todas las naciones.
2. Pablo y la Justificación por la Fe
El apóstol Pablo enfatiza que la salvación no es solo para los judíos, sino para todos los que creen, incluyéndonos a nosotros:
“Los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe… y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:7-9, 29)
Esto significa que somos herederos del mismo pacto y, por lo tanto, también somos llamados a llevar esa bendición a otros.
3. Jesús y la Gran Comisión
Antes de ascender al cielo, Jesús dejó en claro que su sacrificio y resurrección eran para todas las naciones:
“En su nombre se predicará el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.” (Lucas 24:47)
No solo somos receptores de la salvación, sino también testigos de ella.
Nuestro Llamado a Ser Bendición
Dios nos ha bendecido con el mayor regalo: la salvación. Pero este evangelio no termina con nosotros. Hemos sido salvados para salvar, bendecidos para bendecir.
- En nuestra familia: Llevemos el mensaje a aquellos que aún no conocen a Cristo.
- En nuestra ciudad: Seamos luz en nuestros barrios, trabajos y escuelas.
- En el mundo: Oremos y apoyemos la obra misionera hasta lo último de la tierra.
La misión de Dios sigue en marcha, y nosotros somos parte de ella. ¿Cuál es tu rol en esta gran aventura de fe?