Objetivo: Que las personas se den cuenta de la necesidad de cambiar su vida, de ser sinceros y descubrir su corazón ante Dios para ser transformados.
Desarrollo del tema: 2da de Reyes 5.1-14. Naamán ejemplifica a un gran hombre ante los ojos de los hombres, admirado y respetado, pero que tenía un problema que lo hacía alguien propenso ser rechazado. Naamán era:
– General del Ejército de Siria (el imperio mundial de aquellos días) lo que lo hacía el hombre más poderoso del mundo
– Varón grande delante del rey
– Lo tenía en alta estima
– Había dado salvación a Siria
– Era valeroso en extremo
– PERO TAMBIÉN: leproso
La lepra era la enfermedad menos deseada en aquellos días. Los leprosos eran apartados de la comunidad y despreciados. Eran mirados con bajeza. Naamán, un hombre admirado y apreciado por todos, de seguro escondía su enfermedad bajo sus vestiduras y su armadura, dando así una apariencia de grandeza, valor y respeto. Pero cuando en lo privado debía quitarse la armadura y desnudarse se daba cuenta de la realidad de su vida: era leproso.
*** APLICARLO A LOS HOMBRES
Muchos hombres son así: pueden aparentar valor, coraje y grandeza, pero sólo Dios y ellos conocen su realidad y sus pecados.
Saben que si son descubiertos, no solo la ley de Dios, sino los hombres los rechazarían, y por eso los esconden.
Para que Naamán fuera sano tuvo que humillarse y dejar a un lado las apariencias;
– Cuando Naamán llega con el profeta, este ni siquiera sale a recibirlo sino que envía a un mensajero…el hombre que era respetado y adulado por todos aquí ni siquiera fue saludado por Eliseo sino envía a un mensajero.
– Naamán se creó una expectativa que como debía de ser ese encuentro pero se llevo la sorpresa que se dio de otra manera.
Naamán tuvo que ser sincero y descubrirse ante Dios. Por medio de su criado, el profeta Eliseo le mandó a sumergirse siete veces en el río Jordán para ser limpio de su lepra. Para eso Naamán tuvo que desnudarse, descubriendo así su realidad. Esto equivale a arrepentirse y confesar los pecados; ser descubierto y desnudado delante de Dios, reconociendo la necesidad de ser limpiados. Naamán fue sano al sumergirse en el río de Dios; de igual forma nosotros somos limpios y transformados al encontrarnos con Dios y sumergirnos en su Espíritu. el bosquejo.