Santidad ante las Presiones del Mundo
Por Estuardo Solares
En las últimas semanas, hemos estado reflexionando sobre la santidad, un llamado que Dios nos hace como iglesia para vivir vidas apartadas para Él. La santidad no se trata de perfección, sino de tener un corazón correcto hacia el Señor, una decisión consciente de vivir para Su gloria y Su placer. Nuestra vida en Cristo es un deleite para Él, y esta semana abordaremos un tema crucial: Santidad ante las presiones del mundo.
Las Presiones del Mundo contra la Santidad
La santidad es una lucha constante, tanto interna como externa. Vivimos en un mundo que busca apartarnos de Dios, un sistema representado en Apocalipsis 18 como Babilonia, que ofrece placeres temporales, éxito según estándares mundanos y un sentido de pertenencia alejado de los principios de Dios. Este sistema quiere que abandonemos nuestra fe y nos adaptemos a sus valores. Apocalipsis 3:4 nos advierte: “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; ellas andarán conmigo vestidas de blanco, porque son dignas”. Sorprendentemente, el Señor habla a Su iglesia, pero solo un remanente pequeño se mantiene fiel. Esto nos muestra que, incluso dentro de la iglesia, hay quienes deciden conscientemente ceder a las influencias del mundo.
Dios está levantando hoy un remanente fiel, como en los tiempos de Elías, quien creyó estar solo, pero Dios le reveló: “Yo reservé siete mil en Israel, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal” (1 Reyes 19:18). De igual manera, aunque a veces nos sintamos solos en nuestra convicción de santidad, Dios tiene un pueblo que permanece fiel.
Las Presiones Externas: El Caso de Daniel
En Daniel 1, vemos cómo cuatro jóvenes hebreos—Daniel, Ananías, Misael y Azarías—fueron llevados cautivos a Babilonia y sometidos a fuertes presiones para abandonar su fe. El rey Nabucodonosor ordenó que se les adoctrinara en la cultura babilónica, enseñándoles su lengua y literatura, que incluía idolatría, astrología y prácticas ocultistas (Daniel 1:3-4). Estos jóvenes, de apenas 13 a 16 años, enfrentaron el desafío de mantenerse firmes en un ambiente hostil a su fe.
Hoy, el mundo también busca adoctrinarnos. Las redes sociales, la educación secular y los medios de comunicación promueven ideologías contrarias a la Palabra de Dios, como el aborto, la redefinición del matrimonio y la identidad de género. Romanos 1:26-27 deja claro lo que Dios piensa sobre estas prácticas, pero el sistema de Babilonia insiste en normalizarlas. Incluso dentro de iglesias nominales, estas ideas han permeado, mostrando cómo el enemigo busca corromper la fe desde adentro.
Las Presiones para Cambiar Nuestra Identidad
Además del adoctrinamiento, Babilonia intentó cambiar la identidad de estos jóvenes dándoles nuevos nombres asociados a dioses paganos (Daniel 1:6-7). Daniel, cuyo nombre significa “Dios es mi juez”, fue llamado Belsasar (“Bel protege al rey”), un intento de desvincularlo de su fe. Sin embargo, Daniel nunca olvidó quién era.
Hoy, el mundo también quiere robarnos nuestra identidad en Cristo. La Biblia nos dice que somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa” (1 Pedro 2:9), pero el sistema busca que vivamos como cualquier otra persona, sin convicciones. Daniel demostró que, aunque le cambiaran el nombre, su corazón seguía siendo fiel a Dios.
Las Presiones para Cambiar Nuestra Manera de Vivir
Finalmente, se les ofreció la comida del rey, sacrificada a ídolos (Daniel 1:5, 8). Daniel se rehusó a contaminarse, eligiendo obedecer a Dios antes que al rey. Esta decisión, aparentemente pequeña, fue clave para su integridad futura. Apocalipsis 2:14 advierte sobre el peligro de comprometerse con prácticas que llevan al pecado.
Hoy, el mundo nos ofrece sus “delicias”: placeres, comodidades y estilos de vida que parecen inofensivos, pero que nos alejan de Dios. Daniel nos enseña que la fidelidad en lo pequeño prepara el camino para la firmeza en las grandes pruebas.
Cómo Mantenerse Firmes en la Santidad
¿Cómo lograron Daniel y sus amigos resistir?
- La influencia de la Palabra de Dios: Daniel fue criado en un tiempo de avivamiento bajo el rey Josías, donde se restauró la enseñanza de las Escrituras (2 Reyes 22-23). La Palabra sembrada en su corazón desde niño lo sostuvo en Babilonia.
- La influencia de una familia piadosa: Sus nombres revelan que sus padres les enseñaron a vivir para Dios. Salmo 127:4 dice que los hijos son como flechas en manos de un guerrero; los padres tienen la responsabilidad de dirigirlos hacia Dios.
- Un encuentro personal con Dios: Daniel no solo siguió la fe de sus padres, sino que hizo suya esa relación con Dios. Daniel 1:17 dice que “Dios les dio conocimiento e inteligencia”, porque dependían de Él.
- El poder del Espíritu Santo: Hechos 1:8 nos recuerda que solo con el Espíritu podemos ser testigos fieles. Necesitamos Su fuerza para vivir en santidad.
Conclusión: Un Llamado a la Fidelidad
Dios busca un remanente que, como Daniel, no se doblegue ante Babilonia. Juan 15:4-5 nos dice: “Permaneced en mí, y yo en vosotros… separados de mí nada podéis hacer”. La santidad no es opcional; es el llamado de todo creyente.
En un mundo que quiere borrar el nombre de Dios, seamos como Daniel: firmes en nuestra fe, fieles en nuestra identidad y radicales en nuestra obediencia. Que nuestra vida proclame: “Yo soy del Señor”. Amén.