TEMA III

Viviendo en Santidad
El Corazón de Nuestro Servicio


Somos transformados de gloria en gloria por el Espíritu del Señor

2 Corintios 3:18


En Sublime Gracia, creemos que la santidad no es religiosidad ni reglas, sino una transformación íntima por el Espíritu Santo (2 Corintios 3:18). Somos templos de Dios (1 Corintios 3:16), y Él mora en nosotros para encender un fuego espiritual que purifica y guía nuestras vidas. Este fuego —su presencia— se fortalece cuando servimos con excelencia, pero se debilita si permitimos que la amargura, el enojo o la queja “contristen al Espíritu” (Efesios 4:30-32).

Servir es una Misión Divina

Jesús nos llama a ser “obreros en la cosecha” (Lucas 10:2), enviándonos como “corderos en medio de lobos” (v. 3). Esta misión exige disposición radical: sin excusas, sin límites y siempre bendiciendo primero (v. 5-6). Cada acto de servicio —por pequeño que sea— acerca el reino de Dios a otros (v. 9). ¡Somos lo mejor de lo mejor porque Cristo nos eligió (v. 17)! Pero recordemos: el poder es de Él, no nuestro. La soberbia apaga el fuego; la humildad lo aviva.

Mantén el Fuego Encendido

Como el agua caliente que inhibe la levadura (símbolo del pecado), necesitamos el fuego del Espíritu para mantenernos puros. Sirvamos con alegría genuina (Lucas 10:17), recordando que nuestra mayor recompensa es tener “nombres escritos en el cielo” (v. 20). Cuando servimos en unidad, con corazones ardientes, reflejamos la luz de Cristo y guiamos a otros hacia Él (Mateo 5:14-16).

Un Llamado a la Acción

¿Estás dispuesto a ser un siervo honorable? En Sublime Gracia, tu servicio no es una tarea: es un acto de adoración que santifica, transforma y expande el reino de Dios. ¡Levantémonos con valentía, mantengamos viva la llama del Espíritu y convirtamos cada acto en un servicio memorable para Su gloria!


Claves del mensaje:

  1. Santidad = Transformación, no reglas.
  2. Servir es una misión con propósito divino (Lucas 10).
  3. Actitudes negativas (queja, orgullo) apagan el Espíritu.
  4. El servicio en unidad refleja a Cristo y atrae a otros.
  5. ¡Mantén tu fuego espiritual ardiente!

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